Problemas teóricos de la tesis del 1% o del 99% indignado
En una columna anterior publicada en El Clarín,
planteamos algunas críticas a lo que llamamos “la tesis del 1%”.
Planteamos que los altos niveles de acumulación de la riqueza por parte
de un grupo ínfimo, el 1%, no implica que el 99% restante tenga interés
en transformar las condiciones que permiten que ello sea posible. En ese
sentido, el dato recientemente publicado y difundido por las redes
sociales de que el 1% acumula el 30% del ingreso en Chile, puede llevar a
conclusiones erradas si es que se malinterpreta. En esta instancia
queremos profundizar tal crítica. Se plantean cuatro dimensiones para
ello, (1) las tesis solidarias de la tesis del 1%, (2) sus bases
teóricas, (3) la naturaleza mediática del 99% y (4) lo volátil del 1%
más rico.
Antes
de abordar dichas dimensiones, es preciso consignar una cuestión de
importancia, más todavía si nos encontramos hoy en el contexto de una
formación social, a todas luces, todavía “dependiente”. La misma dice
relación con el hecho de que la tesis del 1% no ha sido endógenamente
generada por fuerzas nacionales (y nos atreveríamos a decir, ni siquiera
por fuerzas latinoamericanas), sino que proviene de las formas y
tácticas de lucha propias de los centros capitalistas en su decurso
actual. En efecto, la tesis del 1% se vincula orgánicamente a las
elaboraciones del grupo ATTAC1
y ha sido difundida recientemente por las luchas de los denominados
“indignados”. Por lo tanto, tenemos que ya desde su origen, la tesis del
1% es susceptible de generar suspicacia, al menos para quienes la
noción de “colonialismo intelectual” todavía tiene algún sentido. Dicho
esto, pasemos al análisis de la tesis.
En primer lugar, elconjunto teórico en el cual en general se incluye esta tesis,
conjunto que se compone de otras tesis “solidarias” que aquí
tematizamos. A este conjunto lo podríamos englobar ampliamente bajo la
noción de “capitalismo financiero”, término muy afín a toda esta
corriente teórica. Bajo la denominación “capitalismo financiero”, toda
una serie de autores progresistas entiende que lo que hoy prima es, de
hecho, el capital “financiero”. Por lo general, una noción elusiva y con
connotaciones diferentes, “financiero”, para estos teóricos, viene a
significar el predominio de los bancos, la economía “no real” y el
capital especulativo. Todo ello primaría sobre el capital industrial
productivo, el cual en general se entiende como eminentemente nacional y
normativamente positivo. Ahora bien, no es solo que aquí se presente
una serie de conceptos manejados de manera laxa, sino que con este
cuerpo teórico se niega dos cosas de sustancial importancia: a) la
determinación de la realidad social por la producción (en términos
estructurales, y de mediano y largo plazo); b) el hecho empírico de que
el autofinanciamiento de los grandes capitales mundiales en realidad
niega su dependencia de los mismos bancos, ya que en realidad el mismo
capital productivo “posee” la gran mayoría de estos bancos2.
Esto por una parte. Por otro lado, se encuentran todas aquellas
consignas de lucha que se derivan de estas tesis (dentro de las cuales
se encuentra la lucha contra el 1%). Algunas de estas consignas de lucha
son: a) impuesto a las transacciones financieras; b) foco de la lucha
en los bancos y contra el endeudamiento; c) intercambio equitativo o
justo. Todas estas tesis son lo suficientemente endebles como para ser
cuestionadas sin la necesidad de un conocimiento demasiado
especializado. En lo que respecta al impuesto a las transacciones
financieras, Rolando Astarita3
es claro al señalar que no existe el tipo de institución mundial
“dispuesta” a exigirlo (¿realmente se piensa que el Banco Mundial o el
FMI exigirán de esta manera a los grandes capitales?). En segundo lugar,
la lucha contra los bancos y el endeudamiento es criticable en términos
del modo de producción vigente. Bajo el feudalismo, la usura y el
intercambio desigual eran las formas paradigmáticas de generar
sobreganancias, sin embargo, bajo el capitalismo ésta relación tiende a
invertirse: el capital comercial y “financiero” tienden a regularse por
la ganancia media de la industria determinada por el capital productivo.
Y, tercero y final, en lo que refiere a la necesidad de luchar por un
intercambio equitativo, solo tenemos una consigna parcial que busca la
“justicia” en la esfera de la circulación, invirtiendo los términos de
la determinación de la realidad4.
La segunda dimensión que aquí deseamos tematizar se articula en torno a las bases teóricas mismas de la lucha contra el 1%.
Sostenemos, sin riesgo de duda, que éstas se afincan en dos
elaboraciones paradigmáticas: a) la idea de “multitud”; b) la noción de
“precariado”. La primera fue elaborada por Toni Negri hace algunos años,
fundamentalmente para designar al sujeto transformador en el contexto
de una lucha cuyo otro término opositor sería el “Imperio”. La segunda
es una noción elaborada por los sindicalistas italianos de fines de la
década del 70 del siglo pasado, la que ha sido tomada y desnaturalizada
por algunos de los teóricos del 1% en los centros capitalistas (e.g.
Richard Seymour5).
Para el caso de la “multitud”, tenemos que la misma comparte con el 99%
su naturaleza elusiva, informe, ambigua y “masiva”. Y, para el caso del
“precariado”, tenemos dos elementos de importancia: a) la vinculación
sistemática que realiza Seymour entre la tesis del precariado y la tesis
del 1%; b) la idea de que existiría una suerte de clase salarial amplia
que hoy en día compartiría el rasgo de la precarización (recordemos que
una de las bases de Riesco para hablar del 1% es conceptualizar la
existencia de una suerte de “clase salarial”).
Ahora bien, la
idea de la existencia de un 99%, derivada de la noción de “precariado” y
de la idea de “multitud”, es deficitaria en un punto sustancial: carece
de especificidad y se encuentra inherentemente imposibilitada de
devenir categoría concreta aplicable a los conflictos reales.
Esto, en lo fundamental, porque nunca se ha intentado definir
sistemáticamente a este 99%. O, cuando se lo ha hecho, no se ha vuelto
sino a las mitologías de mediados del siglo pasado (“obrero colectivo”,
“clase salarial”, un pueblo antiimperialista que incluye a la burguesía,
etc). En suma, aquí planteamos que, en realidad, el 99% no constituye
sino un intento de configurar un tipo de alianza negativa. El problema,
sin embargo, es que lo que se niega carece de la suficiente
especificidad. Esto es, a diferencia de la alianza anticapitalista (que
define un enemigo específico, la clase capitalista y “su” modo de
producción), el 99% (por naturaleza), lucha contra un “porcentaje” (que
por definición es poco específico). Por lo demás, cuando a este
porcentaje se lo ha intentado definir, los resultados no han sido
satisfactorios. Así, como ya vimos, la idea de la lucha contra los
bancos, el capital financiero especulativo, etc, supone tomar caminos
que no ayudan a la lucha de los productores y explotados en aras de la
igualdad y la libertad (sustantivas y materiales). Por otra parte, si a
este 1% se lo entiende como privilegiado en términos (nacionales) de
consumo, como lo hace Riesco, no sorprendería ver una lucha que se
plantea en el mismo pie conflictivo ante: a) una inmobiliaria no
demasiado encumbrada; b) actores, directores técnicos, personajes de
farándula y futbolistas adinerados. El absurdo de tal práctica política
es evidente.
Sólo dos puntos críticos más. Primero, la naturaleza “mediática” de este 99%.
En efecto, la lucha del “99% de indignados” en los centros capitalistas
ha concitado una atención no menor por parte de los medios de
comunicación de masas (por lo general cooptados por el capital). Es que
la misma tesis del 1% tiene su base en una suerte de lucha “posmoderna”
en la cual lo real es inmaterial, informacional, etéreo, fluido, etc.
Tanto es así que el mismo Richard Seymour comprende que el 99% se
constituye mediante una mera “interpelación” (althusseriana):
“El
precariado no es una clase, y su amplia aceptación como un meme
cultural en las culturas (sic) izquierdistas disidentes, no tiene que
ver con la afirmación de que de hecho lo es. Antes bien, es un tipo
particular de “interpelación populista” que opera a partir de un
antagonismo crítico real del capitalismo de hoy…El precariado no es
peligroso, exótico, extraño, o una clase incipiente que necesita ser
tratada con paternalismo. Somos todos nosotros…”.
En
suma, el “precariado” (que para Seymour es también el 1%) no solo se
constituye en el campo de la ideología althusseriana (y pareciera ser
que Seymour no tiene en cuenta que este concepto en Althusser es
característicamente negativo), sino que su realidad operativa es meramente discursiva.
En segundo lugar (y final), quisiéramos destacar que, en algunas elaboraciones que operan con la tesis del 1%, el mismo pareciera invisible, etéreo e inaprensible.
No es sólo que el capital especulativo ya haya partido viaje para ser
invertido en un lugar menos molesto, apenas ha sido “señalado”, sino que
incluso este 1% es inaccesible mediante las encuestas regulares:
“La
desigualdad de verdad, sin embargo, es entre el 99 por ciento de la
población que representa la CASEN y el uno por ciento verdaderamente
rico que ni siquiera se digna responderla…”6.
En
definitiva, la tesis del 1% como aquí ha sido entendida y las tesis que
le son solidarias, abandonan las categorías de clase y de lucha de
clases. Con ello, se configura un entendimiento de la realidad en el
cual la referencia concreta del antagonismo parece desaparecer y sobre
todo de aquél que el capitalismo no puede resolver: la contradicción
entre capital y trabajo. Por el contrario, desde esta tronera, se
considera que bajo el modo de producción capitalista, el antagonismo
siempre ha tenido características definidas:
“No
es exacto precisamente que la política de los grandes bancos deba ser
siempre también la política de la sociedad burguesa. Determinados
grandes bancos son históricamente más viejos que la sociedad burguesa.
La fuerza de la burguesía como clase no radica en grandes casas
bancarias o en algunos consorcios industriales, sino que se halla en
todos los fabricantes, comerciantes, agentes, altos empleados, etc, los
cuales constituyen, juntamente con las profesiones intelectuales, la
sociedad ilustrada de las ciudades…”7.
1
Aún cuando presente heterogeneidad dentro de sí, el grupo ATTAC tiene
una de sus expresiones paradigmáticas en las elaboraciones
pequeñoburguesas de Le Monde Diplomatique, instrumento de comunicación
que, por lo general, opera con bastantes tesis propias de lo que en la
antigua jerga política podría denominarse reformismo/revisionismo
(impuesto a las transacciones financieras, intercambio justo, etc).
2
Sobre el autofinanciamiento de las grandes multinacionales (que son
eminentemente productivas en términos capitalistas), véase los
desarrollos de Orlando Caputo: (e.g. http://www.youtube.com/watch?v=kPfuKvWhLMU).
3 Economista marxista argentino que enseña en Córdoba. Sus artículos están disponibles en: rolandoastarita.wordpress.com
4
También se obvia que solo un intercambio no capitalista puede operar
bajo los términos de la justicia, ya que la competencia capitalista en
el reino de las mercancías es siempre lucha y guerra (además de que en
el mediano plazo las mercancías siempre se intercambian por su valor).
5 http://www.newleftproject.org/index.php/site/article_comments/we_are_all_precarious_on_the_concept_of_the_precariat_and_its_misuses
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