lunes, 14 de enero de 2013

En Palacio algunos apuestan a que la baraja presidencial en la derecha siga abierta

Las dudas de La Moneda con el candidato Golborne

Los cuestionamientos al ex ejecutivo de Cencosud vienen especialmente del mundo gremialista en el gobierno, quienes sienten que en este escenario “nadie puede sentir asegurada su candidatura”. Es que en este sector toma fuerza la premisa que si van a perder —reconocen— “al menos hay que hacerlo con uno de los nuestros”.
Es cierto que Laurence Golborne fue proclamado el sábado con bombos y platillos como candidato presidencial por el Consejo General de la UDI, incluso con la presencia de varios de los ministros gremialistas, como Andrés Chadwick y Evelyn Matthei, sentados en primera fila. Sin embargo, contrario a lo que estos gestos puedan tratar de mostrar, en La Moneda hace rato rondan serias dudas sobre la viabilidad que la candidatura del ex titular de Obras Públicas llegue hasta el final de la carrera presidencial, es decir que su nombre esté en la papeleta electoral de la primera vuelta de noviembre.
Sobre la administración Piñera está la sombra política de no poder entregar en marzo del 2014 la banda presidencial a uno de los suyos, a una figura de la Alianza, con lo que se revive el síndrome de Jorge Alessandri, aquel fantasma sobre una derecha que sólo produce gobiernos democráticos una vez cada cincuenta años. Y es que ante la imbatible figura de Michelle Bachelet en las encuestas —tendencia ratificada una vez más en la última encuesta CEP—, la sucesión parece algo cada vez más lejana para los inquilinos de La Moneda y en ese contexto, se instaló en más de uno la idea que es posible “abrir la baraja” de candidatos.
Desde antes de la CEP que en Palacio había preocupación al constatar que ninguno de los candidatos de la coalición, Golborne y Andrés Allamand (RN), “estaban rindiendo lo que se esperaba de ellos a estas alturas”, sobre todo cuando ya llevaban casi dos meses fuera del gabinete tras su salida el 5 de noviembre, lo que marcó el inicio formal y público de la contienda entre ambos. Tanto así que más de un ministro comentó a algunas “visitas” a La Moneda que en los sondeos del gobierno ya se mostraba que los abanderados de derecha no tenían buenas cifras y que, en ese contexto, Golborne estaba en peor pie, ya que está estancado y con el magro apoyo que tiene, está lejos de forzar una segunda vuelta con Bachelet.
Esa tendencia fue ratificada pocos días después por la propia CEP, por lo que el tema inevitablemente fue analizado ese mismo jueves 4 de enero por el Presidente Sebastián Piñera con varios de sus cercanos.
Las dudas hacia Golborne vienen especialmente del mundo gremialista en el gobierno, quienes sienten que en este escenario “nadie puede sentir asegurada su candidatura”. Es que en este sector toma fuerza la premisa que si van a perder —reconocen— “al menos hay que hacerlo con uno de los nuestros”.
Incluso, más de uno en Palacio reconocía que no veía con buenos ojos que la UDI proclamara a Golborne este fin de semana, porque lo consideraban precipitado y era amarrarse demasiado pronto con una candidatura que no rinde lo esperado.
Es más, en el gobierno varios consideraban que lo mejor “era esperar al menos hasta abril al menos”. Esperar para ver la chance de perfilar otro nombre, el de un militante gremialista. Es que a la UDI —explican en La Moneda— se le hará cuesta arriba jugarse el todo por el todo por un abanderado, que además de perder, en el fragor de la campaña, puede comprometer posturas ideológicas relevantes para el gremialismo dado su condición de independiente.
Golborne en los comicios municipales de octubre no aportó apoyo, victorias ni votos extras al oficialismo, menos a la UDI, a pesar de intenso y mediático despliegue que hizo en las comunas emblemáticas para la derecha. Es justo precisar que desde ese momento comenzaron las dudas sobre el ex ministro, pero la CEP dio el golpe de gracia para debilitar la “fe” de sectores del gobierno en sus opciones.
Hay que recordar que desde los dos intentos presidenciales de Joaquín Lavín, el año 1999 y el 2005, que la UDI no produce un candidato propio, un factor que pesa al gremialismo y que en Palacio también ha sido anotado. “Es distinto perder con uno de los nuestros”, confiesan en La Moneda.
Golborne en los comicios municipales de octubre no aportó apoyo, victorias ni votos extras al oficialismo, menos a la UDI, a pesar de intenso y mediático despliegue que hizo en las comunas emblemáticas para la derecha. Es justo precisar que desde ese momento comenzaron las dudas sobre el ex ministro, pero la CEP dio el golpe de gracia para debilitar la “fe” de sectores del gobierno en sus opciones.
No hay que olvidar que junto con la campaña presidencial, también habrá elecciones parlamentarias, donde la UDI se juega el no menor título de partido mayoritario, condición que le ha permitido —en más de una ocasión— inclinar la balanza o rayar la cancha ante La Moneda, especialmente en temas valóricos y económicos. Si la derecha sale del gobierno, será en el Congreso donde deberá ejercer su poder de veto sobre los cambios al modelo.

La rubia debilidad

Con este escenario, no fue gratuito que las últimas semanas rondara con fuerza la posibilidad que los ministros de la UDI, Pablo Longueira (Economía) y Evelyn Matthei (Trabajo) surgieran como cartas presidenciales alternativas.
Longueira sabe mantener el suspenso, le gusta jugar con ello, tanto que en estos días no resistió la tentación de subir las escaleras de piedra de La Moneda saludando con la mano arriba, en un gesto propio de todo candidato presidencial. Pero en el Consejo General de la UDI habló y prometió trabajar como el que más por la campaña de Golborne.
Otra cosa es Matthei. Si bien no es de origen gremialista, hace muchos años que es militante UDI, es reconocida por su “temperamento” y salidas de libreto, pero en el gobierno hay una excelente valoración de su desempeño y de atributos como que “en terreno es grito y plata” con la gente.
Por eso, más de uno en el gobierno no oculta que la blonda ministra es la figura ideal para esta campaña presidencial, una que a todas luces van a perder, pero que puede traer buenos dividendos políticos a la UDI si la lidera alguien que motive a las bases del partido, que genere mística y que levante las candidaturas parlamentarias.
En este escenario, las últimas declaraciones de Matthei se entienden mucho como una suerte de perfilamiento, con la señal que la ministra del Trabajo da a la derecha empresarial al criticar a la Corte Suprema por congelar los precios en los planes de salud, sector con el que estaba distanciada por algunas medidas adoptadas desde su cartera contra las empresas.
Golborne parece estar consciente de este ambiente. En el Consejo de la UDI estrenó el eslogan “Es Posible”, tratando de emular el “Yes we can” que llevó a la victoria a Barack Obama, mostrando un discurso más político, hizo gala de ser “hijo de un ferretero” a tono con lo que es la UDI popular y se comprometió a representar al partido de la mejor manera posible.
Con todo, falta mucho aún para las primarias del 30 de junio y en la derecha hay antecedentes de resoluciones que cambian todo el libreto presidencial y el escenario político en cualquier minuto. No lo sabrá la propia UDI si el año 2005, el Consejo General de RN sacó del sombrero sin previo aviso la candidatura de Piñera, quien en un par de meses sobrepasó a Lavín y lo dejó fuera de la segunda vuelta.

FUENTE: EL MOSTRADOR

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